La respiración (del griego psyche: aliento, alma) es la
única función fisiológica que, además de ser involuntaria o mecánica (es una
actividad refleja), también puede ser controlada conscientemente.
En la práctica del Yoga este control se denomina Pranayama,
un vocablo que deriva del sánscrito Prana (pra=primera unidad, na=energía) y
Yama: (controlar y extender, manifestación o expansión) Dice el Hatha Yoga
Pradipika que "cuando el aliento va y viene, la mente está inquieta, pero
cuando el aliento se calma, también se calma la mente".
La respiración consciente o Pranayama es, pues, una de
las claves del Yoga, que considera que la respiración es la puerta de acceso a
la purificación del cuerpo y la mente.
El Hatha Yoga Pradipika la incluye en su segundo libro
mientras que, en el Yoga se los Ocho pasos (Ashtanga Yoga), el maestro
Patanjali sitúa al Pranayama, el arte de la respiración
consciente, en el
cuarto paso hacia la purificación del cuerpo y de la mente.
Normalmente el ser humano respira sin esfuerzo aparente
unas 18 veces al minuto, 1.080 veces a la hora, 25.920 veces al día. En Yoga se
considera que el aire es la energía vital, es decir, la vía primaria por donde
fluye el prana, de tal forma que el control de la respiración es inseparable
del movimiento, quietud o desarrollo de las posturas (asanas) Según el maestro
B.K.S. Iyengar "sólo gracias a una respiración adecuada, las asanas se
llenan de inteligencia".
Pranayama y emociones
En Yoga el control del sistema respiratorio facilita la
revitalización del cuerpo gracias al aumento de la capacidad pulmonar y a la
oxigenación del torrente sanguíneo. Pero, además, el Pranayama, que significa
respirar con el todo, favorece la atención, la concentración, la serenidad y el
equilibrio físico y mental.
Existe una relación entre el control de la respiración y
el de las emociones (la ansiedad está relacionada con la respiración torácica),
de tal forma que un cambio en el proceso respiratorio también permite
interrumpir o controlar patrones de respuesta emocional no deseados.
Se diferencian tres tipos de respiración:
Baja o abdominal (la más común): durante la
inspiración el diafragma baja para que el aire entre en los pulmones; el
abdomen se hincha y masajea las vísceras, bazo, estómago y páncreas
favoreciendo su funcionamiento. En la espiración el diafragma sube y el
estómago desciende hundiéndose. La respiración baja o abdominal es relajante
pero si se realiza de forma continua provocará una excesiva distensión de los músculos
abdominales y el encorvamiento de la espalda (mala postura) Según el maestro
Iyengar, la respiración comienza en la base del diafragma ibidem, cerca de la
cintura pélvica. Esta acción (como cuando se habla o se canta correctamente)
relaja la parte torácica, el cuello y la cara haciendo que los músculos de la
caja torácica y del cuello aflojen los faciales y éstos, a su vez, los de los
órganos de percepción (ojos, oídos, nariz, lengua y piel).
Media, intercostal o torácica: es una respiración
incompleta que se lleva a cabo con los músculos de las costillas que expanden
la caja torácica.
Alta o clavicular: es el tipo de respiraciónmás
superficial. Requiere un máximo esfuerzo para obtener muy poco aire. Durante la
inspiración los hombros y las clavículas se levantan mientras se contrae el
abdomen.
Respiración completa o profunda: es la que
normalmente se utiliza en las clases de Yoga (sumatoria de las tres anteriores)
Primero se llenan las partes inferior, media y alta de los pulmones y, al
exhalar, el aire se elimina en orden inverso (como al llenar un vaso de agua)
El pecho y los hombros deben quedar inmóviles y pasivos durante todo el
proceso. Solamente las costillas se expanden, durante la inhalación, y se
contraen durante la exhalación, como un fuelle.
Pranayama y asanas
La atención en el flujo respiratorio en las asanas es la
clave de la práctica de Yoga y favorece la limpieza de los nadis (canales
energéticos) Según el profesor Van Lysebeth, autor de Mi primera sesión de Yoga
y Pranayama, en cada inhalación se ingresa al cuerpo un 80% de nitrógeno, un
20% de oxígeno y un 0,4% de dióxido de carbono.
El ser humano sólo puede tomar el 1% del oxígeno y el
resto lo devuelve a la atmósfera. En la inhalación ingresa oxígeno (cuanto más
prolongada sea, mayor cantidad del vital elemento será incorporada) y en la
exhalación salen dióxido de carbono y el oxígeno no utilizado. En cuanto al
prana, que es la energía cósmica, sigue caminos paralelos a los de la
respiración: al inhalar ingresa y al exhalar se distribuye.
En la ejecución de las asanas la respiración es siempre
lo más lenta y profunda posible, y es el indicador de si es preciso estirar o
flexionar y poco más o, si por el contrario, hay que soltar y aflojar. En
general la inspiración (purvaka) se realiza en asanas de apertura, extensiones
o elevaciones de brazos mientras que la espiración (recaka) acompaña a los
movimientos de recogida y flexiones.
Todo el proceso se realiza por la nariz para poder
filtrar el aire (y sus bacterias) a través de la vellosidad de las narinas y
adecuar la temperatura del aire a la del cuerpo. También se inhala por la nariz
para absorber la máxima cantidad de prana y dirigirlo al sistema nervioso
central y al cerebro.
Técnicas de pranayama
En la práctica del Yoga, además de la respiración consciente,
se practican técnicas respiratorias concretas, que también se conocen como
Pranayama. Los ejercicios de respiración yóguica enseñan a controlar el prana
y, por tanto, la mente. Algunas de estas técnicas son:
• Tranquilizantes
(p.e. Bhramari, Ujjayi Vayu, Respiración Completa)
• Vitalizantes
(p.e. Bhastrika, Kapalabhati, Surya Bheda)
• Equilibrantes
(p.e. Nadi Sodhana, Samavritti)
• Refrescantes
(p.e. Shitali, Sitkari, Kaki)
Otras técnicas son:
Respiración bipolar o alternada (Sukha Pranayama), que
sirve para equilibrar e igualar la corriente pránica que pasa por ambas fosas
nasales. Además, es sedante y agudiza la concentración.
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